martes, 12 de enero de 2010

Empecemos sonriéndole a los demás

No te metás, me quiero salvar yo, que haga lo que quiera mientras no me moleste a mí.
Son algunas frases que escuchamos, lamentablemente, cada vez más. Vivimos en una sociedad extremadamente individualista, en la cual lo único que importa es que yo esté bien. Si quienes me rodean tienen dificultades, es un problema de ellos. Yo, por mi parte, sigo avanzando en mi vertiginosa carrera hacia el “éxito”.
Pobreza, desamparo, desinterés por el otro, falta de compromiso son algunos de los síntomas que está manifestando esta sociedad enferma y en riesgo de muerte.
¿Cuánto hace que no te detenés a ver a tu alrededor? Por las calles sólo se ve a gente que camina con la mirada hacia el piso y con sus MP3 en los oídos. Somos ciegos, somos sordos. No tenemos la capacidad de darnos cuenta de que hay un mundo fuera de nuestro propio universo.
Somos islas. Cada uno hace lo que cree que puede beneficiarlo, sin importar si eso significa destruir a otras personas. Lo único que interesa es el bienestar y la felicidad personales.
¡Qué sociedad mediocre y triste! Nadie se da cuenta de lo hermoso que es abrir el corazón al otro, lo maravilloso de recibir un “gracias por tu ayuda”, lo sensacional de crecer juntos.
Comenzamos un nuevo año. Siempre hacemos balances para tratar de mejorar en el futuro. Seguramente, nunca te pusiste a pensar en esto.
Te propongo algo: que este 2010 sea un año en el que te saqués la venda de los ojos y los tapones de las orejas. Mirá a tu alrededor, escuchá. Date cuenta de que hay personas que te necesitan y que vos también necesitás de ellas.
Sé que es difícil, a mí me cuesta mucho. Pero este año me propuse este desafío,
¿me acompañás?

L’ Énigmatique Commentateur